domingo, 22 de junio de 2014

Mi Chiquitín

"Enrique... Qué está haciendo?" Esa fue la frase que le repitió mi abuelo miles de veces a mi papá cuando era pequeño. Supongo que fue por desbaratar el reloj que le regalaron en Navidad para saber cómo funcionaba, o por la radiola que nunca pudieron estrenar mis abuelos con sus amigos, porque se quedaron con la manija en la mano gracias a la curiosidad de mi papá y mi tío; pero definitivamente esa curiosidad, le hizo desarrollar una habilidad para arreglar todo lo que se encontraba en su camino. Es por eso que en mi casa nunca hubo nada dañado y aún cuando algo no sirve, mi papá le encuentra arreglo. Fué él quien me enseñó a usar el taladro, estucar, soldar, poner lámparas, a usar el cortafríos, a pelar cables, a hacer libros, a hacer extensiones, arreglar lámparas y a diferenciar la segueta del serrucho.

Mi papá era como el niño protagonista de la película "la familia del futuro", un niño inquieto que se preguntaba el "por qué" de todo. Fue muy juicioso en el colegio, estudiaba por su cuenta, se aprendió solo los números con un calendario que tenía mi abuelita, le gustan mucho los libros y su vocación por aprender ha sido y sigue siendo parte de su ser. Fue seminarista y durante muchos años aprendió a vivir sin necesidad de lujos. Al contrario, es el que se pregunta por qué un jugo de naranja puede costar más de $6.000 si las naranjas se caen gratis de los árboles en el pueblo donde él nació. 

El amor por la Universidad Nacional lo marcó tanto, que un día mientras su hija mayor presentaba un examen en el mismo salón al que él le dictaba clase, casi lo cancela de la emoción de imaginar a su "Tatica" hecha toda una profesional en la universidad de sus sueños. Así como también se enfermó porque su hija consentida tercerió física  por andar jugando cartas con sus amigos al frente de ingeniería. Su carrera de ingeniería electrónica no le basto a mi papá, también estudió filosofía y letras, sabe latín, francés y algo de alemán e inglés. 

Su lado artista ha estado presente durante toda su vida, pues toca clarinete, saxofón, algo de piano, guitarra y por supuesto ama la música clásica. Disfruta de un buen concierto de música colombiana, de una caminata entre las montañas, de las calles empedradas de Boyacá y una buena taza de "agua de panela" con queso. Su mejor plato son las papas chorreadas y el caldo con costilla de los domingos es lo más delicioso que prepara. Le gusta el cine europeo, las películas en la casa y no le gustan las de magia o fantásticas que no pueden suceder. 

Le encanta la política pero detesta a los políticos, puede durar horas viendo el canal del congreso, Cablenoticias y el día que descubrió Twitter, encontró el medio perfecto para comunicarse con ese mundo corrupto que le ha sacado unas cuantas canas. 

Tiene 3 hijas, 3 nueros, 4 nietos, 4 hermanos, 4 sobrinos, una sobrina política que quiere como una hija, una mamá de 95 años y vive con el amor de su vida que lo ha acompañado durante 43 años de casado. No le gustan las mascotas pero le gusta la naturaleza y el campo. Vive en una casa que siempre tiene la puerta abierta, en un lugar donde siempre hace sol, entran los pájaros por la ventana y se posan sobre una casa miniatura de dos pisos que él mismo construyó. Esa es una de muchas casas que ha construído, incluso algunas las ha regalado, como la de la película de "UP", una que hizo en miniatura, en cartón paja, y cortó y pegó teja por teja, para el ponqué del día de mi matrimonio. Le gusta tanto la madera, que hasta tiene un torno con el que hizo las lámparas de su casa.

Ha sido y es un hombre cuidadoso con su dinero, su disciplina con su bolsillo lo ha llevado a conocer el mundo, tener un lugar digno para vivir y para darse el lujo de levantarse en las mañanas, hacer ejercicio, tocar saxofón, comer sanamente, leer un libro, tomar una siesta, despertar con el tinto de la mujer que lo ama y esperar a que lleguen sus nietas a visitarlo el día del padre. Esa nieta que es su punto débil, y que niega porque dice que a todos los quiere por igual. 

Esa es la vida de mi papá, una vida a la que muchos anhelamos llegar, esa que sólo tiene tranquilidad, sabiduría, admiración, paciencia y experiencia. Es el padre que me enseñó a montar bicicleta, a cuidar mis juguetes, a valorar lo que adquiero, a ser responsable, a decir la verdad, a ser disciplinada, correcta, a estudiar, a no quedarme con lo que el mundo me da, sino a investigar, a leer, a escribir bien, a aprenderme las reglas de las tildes en un trayecto del colegio a la casa a los 7 años. 

Mi papá ha tenido equivocaciones como cualquier ser humano, pero han sido tantos sus aciertos, que esos recuerdos se convierten en lecciones de vida. No le gusta que le digan que está enfermo, que tenga cuidado o que le digan que no puede hacer algo; no le gustan los champiñones y mucho menos los embutidos. Le da mal genio que le hablen de Uribe, que no le paguen a tiempo, que alguien sea injusto y detesta llegar tarde. 

No me alcanzan las líneas ni los recuerdos para tratar de describir todo lo que es mi papá, pero éste es un día del padre para el hombre que ha sido mi editor de blogs y que hoy deberá leerme  con mis comas, puntos y redacciones extrañas, al mejor estilo de una hija loca que la da gracias a Dios por tener la fortuna de tener un padre como él.

Espero que la vida te tenga por muchos años a mi lado, para que me enseñes a educar a una nieto más inquieto que yo, pero tal vez más juicioso que tú. Te amo mi Toto, o mejor, te lo digo como te decía cuando tenía 10 años: feliz día del padre mi chiquitín!