Cuenta la historia que una pareja de esposos tuvieron un niño y otros tuvieron una niña. Ellos, entre sus brazos, con el tiempo les enseñaron a caminar, a levantarse cada mañana con una sonrisa, les ayudaron con sus primeros pasos y luego los tomaron de la mano para dejarlos caminar. Un par de niños que fueron descubriendo el mundo entre las voces de quienes los rodeaban, aprendieron a ser adultos y en un abrir y cerrar de ojos sus loncheras pasaron a ser un bolso y un morral. En su mundo, los charcos, el parque, los dulces y las tareas se transformaron en calles de pavimento, cenas y días de trabajo. Cada uno en su camino iba encontrando objetos para guardar en una maleta que cargaban diariamente. Guardaban libros, pinceles, fotos, relojes, canciones, películas y un sin fin de experiencias que los mantenía conectados con su interior.
Élllevaba a su niño interior entre una caja de roble que su padre le dejó cuando partió a sus 15 años, no quería dejar de ser niño, quería mantener sus risas y dentro del mundo de la diversión. Elladecidió llevar su niña que se negaba a crecer, todo el tiempo con ella, entre su pelo desmarañado, sus tenis y sus medias escurridas.
Un día ellos se encontraron, hablaron como adultos y rieron como niños. Decidieron viajar, cenar, bailar, reír y finalmente un día abrieron sus maletas para compartir sus objetos guardados, contar sus historias y así, sin prisa, finalmente terminaron construyendo un hogar.
Mientras el mundo de adultos giraba, mientras el reloj se reiniciaba y las nubes se entrelazaban, sus niños internos empezaron a hablar en voz alta, empezaron a golpear la pared a ver si alguien los escuchaba, tenían un sueño, una ilusión, ellos querían escuchar otras voces, encontrar otros niños, querían saltar charcos y enseñarles a otros niños a caminar, ellos querían jugar.
Algunos niños los escucharon, pero al parecer ellos estaban muy lejos, porque aunque se acercaron, solamente observaron con timidez. Vinieron un par de veces, pero se fueron, simplemente no hablaron y sin alguna explicación se alejaron, nunca se dejaron ver.
Los dos niños no entendieron porqué nadie quería jugar con ellos, la tristeza los invadió y un sentimiento de soledad los hizo mantenerse en un silencio largo y profundo. Él y ella parecían dos niños perdidos cada uno en el interior de dos adultos que entre los deberes y el afán de los días olvidaron su niño interior.
Las maletas que aún contenían objetos guardados, empezaron a preocuparse por el silencio de sus pequeños dueños. Todos los objetos se reunieron e iniciaron un plan de fuga, armaron un mapa y dibujaron una ruta a través del laberinto en el que se encontraban distantes de sus dueños. La maleta de él estaba llena de libros, letras y letras inquietas que empezaron a cruzarse para controlar la fuerza del viento, la de ella contenía hojas de colores, adhesivos y fotografías que fueron armándose como rompecabezas y así construyeron una balsa. Los relojes de él construyeron un motor que se encendió con las notas de música de sus canciones y fue así como emprendieron su viaje. Mientras navegaban por el laberinto, el ruido de cada uno de sus objetos despertó la curiosidad de los niños que levemente escuchaban las voces de sus maletas.
Cada uno en su escondite, sentado en el vacío, abrazaba con fuerza sus piernas y su cabeza baja tocaba sus rodillas, empezaron a escuchar en el laberinto, las voces de sus objetos. El niño simplemente le preguntó a la niña: “hola?, estás ahí?” y ella contestó, “si, los escuchas?”, -“si, son ellos”. Y fue así como los objetos empezaron a volar, armónicamente se juntaban para armar de nuevo sus maletas, los colores se reflejaban entre sí y hacían que los niños se levantaran de su soledad. Cada objeto era un motivo, eran otros niños, sólo que ellos no podían verlos porque sólo veían objetos.
En realidad esos objetos eran niños que alguna vez también se habían perdido, pero eran quienes les habían enseñado a caminar, a reír, a bailar, a disfrutar de la vida. Ellos quienes los hicieron tomarse de la mano de nuevo, quienes se ocultan entre las maletas de cada uno, esos niños que no los dejan perder, de nuevo los hacen sonreír y les recuerdan que mientras existan sueños, los niños no estarán solos ni perdidos, estarán siempre dentro de ellos.