miércoles, 15 de mayo de 2019

Te busco

Y las aves negras empezaron a rodear de manera visible el cielo de su casa. Salían entre la soledad de sus vidas para que nadie las viera. Se posaba en los árboles para ver un moribundo y atacar apenas llegara su muerte. Cuando salía el sol, les tocaba ocultarse para no ser quemadas, sus ojos se enrojecían y debían volver a su nido de paja, hojas y ramas de árbol que a veces se destruía por la lluvia y el viento del lugar equivocado donde lo construían.

Un día el sol se posó demasiado tiempo sobre una flor que siempre estaba llena de colores. Su pétalos caían pero renacían con la inmediatez de las gotas de rocío y las estelas del sol. Ese día el sol apuntaba con sus rayos que en vez de calentarla la cortaban, era como si quisiera probar su fuerza. Su tallo era verde pero no era de madera, no era aún un árbol, era apenas una flor que se sostenía por una tierra fértil y rodeada de muchas más flores que compartían su jardín.

Fue así como el ave negra esperó y esperó a que el sol penetrara sus hojas, sus pétalos y casi sus raíces, pero el sol se ocultó y la flor solamente se marchitó por un rato. Esa noche el ave se posó muy cerca, con una sonrisa lista para devorar el dulce de aquella flor. Pero fue ahí donde apareció la luna, y con la suavidad de sus rayos, la cubrieron de la energía de una noche estrellada. Se percató del ave que merodeaba y la luna cuidó aquella flor durante toda la noche. 

Al amanecer, el sol empezó a salir decidido a poner sus rayos de sol de nuevo sobre todas las flores que la necesitaban, sin percatarse que algunas marchitas necesitaban un poco de sombra para renacer. Fue así como la luna antes de ocultarse por completo, con su voz blanca y distante, le dijo al sol: cuida de tus flores, ellas son quienes haces que tu función se cumpla, si las olvidas, la tierra terminará quemándose y solamente quedarán las aves negras que terminarán secándolas porque olvidaron que algún día ellas también fueron flores.

El sol se preocupó y se preguntó dónde había dejado al cuidador de aquella flor. Fue así como recurrió al Dios de la vida y le pidió ayuda, "necesito a su cuidador, no me dejes morir a mis flores, no se dónde estás, pero ayúdame a encontrarte Dios".

15 de julio de 2016

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