A principios de los setenta, exactamente en 1972 en un colegio de Bogotá llamado Colegio Salesiano Juan del Rizzo, un muy querido y apreciado padre llamado Hernán, o conocido y nombrado por siempre como "el Padre Hernán Bustos", contrató a un profesor de física al que había casado y venía de "Zapatoca"; un pueblito de Santander, Colombia.
Aquel profesor en su salón de clase, conoció a tres curiosos y particulares alumnos: Gonzalo, Guillermo y Félix, "el gordo". Dos de ellos eran hermanos, y aunque no siempre se les veía juntos, Guillermo y Félix, "el gordo", eran estudiantes tan brillantes que el padre "Hernán Bustos" decidió contratarlos al terminar su último año de colegio. Fue así como al año siguiente, se graduaron y pasaron de ser alumnos a ser amigos y colegas de trabajo del profesor de Zapatoca. Ahora hacían parte del equipo administrativo del colegio incluyendo a la esposa del profesor de física, que sería la nueva secretaria del colegio.
Durante los siguientes años, el grupo de veinteañeros, convirtieron aquel lugar de trabajo, en un espacio genial, lleno de risas, pensiones, horarios, campanas, estudiantes, tintos, matrículas, grados, máquinas de escribir, documentos, camaradería, recibos, escritorios robustos, archivos, ganchos, impresoras de punto, avisos parroquiales y diversión, pero sobre todo en un ambiente profesional único e inolvidable.
Al salir del trabajo casi siempre había espacio para un café, una cerveza o por qué no, una buena fiesta a la que se llegaba en bus a la casa de alguno de ellos. Sus nuevos amigos eran Los ocho de Colombia, Los 14 cañonazos, Los Golden Boys y toda la oferta de "Discos Fuentes". Estas fiestas los fines de semana terminaban con la luz del día y un buen caldo de carne para el guayabo luego de haber partido una que otra silla, en la casa de doña Beatriz, la mamá del "gordo".
"El gordo", conocido por su impecable manera de vestir, su pulcritud y su perfección profesional, se convertiría con los años en el mejor amigo de la nueva secretaria, la esposa del profesor de física del colegio Juan del Rizzo. "El gordo", venía de una familia muy unida y numerosa. A su padre bastante estricto, lo había perdido en su juventud, pero rodeado de doña Beatriz y sus 7 hermanos, la familia "Ruíz" era tan divertida, que salir con "El gordo" y sus hermanos era inolvidable y todo "un plan".
Sus hermanos cada uno con una personalidad muy marcada, con tonos de voz fuertes, particulares maneras de reír a carcajadas y su amor por la familia, cultivaron en el hogar del profesor y la secretaria, un sentimiento profundo de cariño y afecto, a tal punto que la última y tercera hija de su matrimonio, sería la primera ahijada del gordo.
En un diciembre del año 77 finalmente nació, aquella niña. Una niña que a los ocho días de nacida, debía ser cuidada por "el gordo" porque sus padres seguían de fiesta. El gordo cuenta que esa noche la niña despertó con su pañal mojado, pero él sin conocer en lo más mínimo cómo cambiar un pañal de tela con ganchos típicos de la época, doblado con la “técnica de doblez de pañal de Gonzalo Ruíz”, decidió soltarle con mucho cuidado y con la perfección que lo caracterizaba, una a una las esquinas de aquel amenazante pañal que lo retaba, a hacer un trabajo mucho más difícil que cualquiera de los que hacía en Juan del Rizzo. Con la concentración de haberle quitado el famoso pañal y ponerlo casi con pinzas a un lado de la bebé, el gordo silenciosamente gira su cabeza para estirarse y alcanzar el pañal limpio y proceder a ponerlo con la misma rigurosidad con la que había quitado el anterior, pero en un segundo y sin haberse percatado, la bebé mandó su mano a la velocidad de la luz sobre la muestra del pañal que no podía ser desbaratado. Había perdido la batalla del Pañal vs El Gordo. En ese momento no sabía si reír o llorar, pero esa anécdota que "el gordo" nunca olvida, sería el inicio de una conexión y relación especial con aquella niña.
A esa niña en un día de luz, entre el don de Dios y el sacramento del bautismo, la llamaron Martha Liliana. Era más fácil llamarla "Lilí", pero por su fuerza y su actitud de "quiero jugar" con todas niñas y niños, la apodaron "Lilo".
El gordo, Félix o Felito como lo llamó años después, sería el padrino de Lilo. Un padrino que con la bendición de Dios, llegó para darle una luz espiritual y especial que ha durado durante muchos años. Con su amor y un muñeco llamado el "Bebito Bum Bum", que le regaló desde que era una bebé, Lilo, hoy de 42 años, aún lo conserva y lo hace para recordar a su padrino.
Felito, el padrino de Lilo. Es un hombre maravilloso. Durante todos y cada uno de los cumpleaños tanto de la adolescencia como de la niñez de Lilo, siempre ha estado presente con sus sonrisas, sus detalles y sus abrazos. Ella llegó a su segundo, tercer y cuarto piso sin perder una sola llamada de él año tras año. Su amor y su actitud dispuesta cada vez que han hablado, las reuniones legendarias de su familia o las reuniones de la familia de Lilo, que aunque con el tiempo han ido disminuyendo, la han hecho sentir que siempre está a su lado.
Felito, mi Felito, hoy 11 de mayo volví a verte, es un día muy importante para mi. Es tu cumpleaños y tu familia y la pandemia nos ha reencontrado. Verte a través de la pantalla sin poderte tocar, me han dado unas ganas infinitas de quererte abrazar y decirte cuánto te amo. Esta pausa del mundo me ha obligado; me ha a llevado a escuchar mi corazón y a desempolvar mis mejores recuerdos. No entiendo por qué dejé de visitarte, pero sí recuerdo que Dios te puso en mi camino desde el día en que con su mano, la de mis papás y la tuya, me tocó el Espíritu Santo. Dicho hoy por el Papa Francisco: “El don de Dios es el Espíritu Santo nos lo dio el bautismo y todos lo llevamos dentro”. Por eso no puedo dejar pasar este día sin contarle al mundo lo especial que has sido en mi vida. Quiero que todos sepan la cantidad de ahijados, sobrinos y casi nietos que te amamos. Las sonrisas que produces cada vez que hablas de lo bonito de la vida y la magia que irradias por la cercanía que tienes con Dios.
Felito o "Fefi" como te dicen tus sobrinos, siempre estarás en mi corazón, bendigo tu vida y tu vocación y hoy le pido a Dios que te siga llenando de sonrisas y te siga dando salud para poder abrazarte una y mil veces más.
PD: Gracias por ahora reír con el recuerdo del pañal. Espero que algún día me enseñes porque algunos pañales me faltan por doblar y tendré que aprender a cambiar.
Tu ahijada que te ama: Lilo
PD: Gracias por ahora reír con el recuerdo del pañal. Espero que algún día me enseñes porque algunos pañales me faltan por doblar y tendré que aprender a cambiar.
Tu ahijada que te ama: Lilo