Bueno, aquí estamos, solos, tú y yo. Esto es para ti...
Aquella frase de "entregarme a ti" la había escuchado tantas veces que solo hasta ahora empiezo a entenderla. Curiosamente la mayoría de las cosas que te he entregado con devoción infinita, no me han fallado, mi familia, mi trabajo y mi salud. Pero aún sabiendo que nunca me has fallado, dudé, perdí la Fe y me di cuenta que nunca te he entregado lo más importante: mi corazón.
Mi corazón pensaba que era mío y solo mío. Olvidé, que como dice mi amiga de luz, el corazón late sin una explicación física, sin razón lógica para los que no creen en la existencia de las deidades. Mi corazón que es el centro de mi cuerpo, aunque esté ubicado en la parte superior izquierda, es el que hace que yo funcione y exista, con mis pecas, mis ojeras, mi pelo alborotado, mi delgadez, mis dedos chimbilimbis, mi sonrisa, mi voz, mi maravillosa sensibilidad a los sonidos, al frío, al calor, a los olores, a los ácidos que cortan mi lengua y la perfección de mi vientre, que hacen un conjunto de una obra física que cuando pienso que viene de ti, sin duda, es una grandiosa obra.
Nosotros los humanos somos mentalmente tan racionales o debería decir irracionales, que desconocemos tanto esa obra que creemos que podemos hacerla "mejor". Nos vemos miles de errores, nos criticamos, nos tatuamos, nos teñimos, nos editamos, nos maquillamos y nos cubrimos la piel porque en vez de apreciarnos, caemos en los polos de la extrema vanidad o en la del completo descuido y terminamos devorándonos como salvajes hasta saciarnos y nos perdemos en el deseo de no ser, o de ser mejores para otros y no para honrar la obra de quien nos creó.
Algunos cuestionamos estas palabras que las llamamos "discurso", para no aceptar que existe un creador porque somos tan literales que necesitamos "ver para creer". Porque hablar de ti, repele a quienes te niegan, no te conocen, o no quieren conocerte. Porque tal vez no saben cómo escucharte o tristemente peor, no se han roto lo suficiente como para bajar la cabeza y decir, hey: aquí estoy, háblame, te entrego lo que soy y haz conmigo lo que quieras.
Pero estar roto, bien roto, es necesario para conocerte? ¿qué es estar roto? Roto puede tener diferentes tipos de niveles: estar al borde de la muerte, perder los padres, los hijos, los hermanos, perder un órgano del cuerpo, perder la salud, perder la pareja, un sueño, una casa, el alimento, un trabajo, el dinero, o simplemente sentirse triste, frustrado, derrotado, sin norte, sin un propósito.
Es ahí donde el "medidor" de nuestro dolor nos hace pegar un grito profundo y de desespero al mundo pidiendo ayuda. El mundo... este mundo creado sin explicación científica, con evolución y con maravillas en la naturaleza que nos reconfortan cuando estamos bien rotos y no sabemos a dónde más mirar. El cielo, el sol, la lluvia, las plantas, los niños, el aroma, los animales y las mascotas que nos miran con esa ternura inexplicable que nos hace creer levemente que hablarán o que hay algo especial dentro de ellos. Pero no, aún nos resistimos a creer. Decidimos no salir y dejarnos llevar hasta tocar fondo, no nos permitimos ver el universo.
Pues este universo, en el 2020 se detuvo. No por completo, pero esta pausa nos permitió a muchos, volver. A mi me permitió volver y recoger lo único que nunca te entregué: mi corazón. Me rompí en un nivel 5 y pegué un grito en silencio al cielo y tuve que entregarte mi corazón. Te lo devolví. Se que a veces lo olvido, vuelvo a mi estado humano e intento quitártelo. Pero cuando reacciono, te lo devuelvo y sano. Mi corazón empieza a latir tan fuerte que dejo de hacerme preguntas, dejo de culparme, de culpar a los demás, dejo de mirarme al espejo, dejo de hablar en primera persona, dejo de exigirle al mundo y simplemente mis lágrimas ya no son de tristeza sino de paz. Empiezo a pedirte perdón.
Por eso es que por primera vez escribo algo para ti, porque quiero darte las gracias y dejarlo por escrito para no olvidarlo. Gracias Dios por hacerme respirar, por hacerme sonreír, por hacerme sentir viva, por sentir el lenguaje del amor con el toque físico y los abrazos. Gracias por los amigos que me diste para escucharte, por las oraciones, por las eucaristías, por los religiosos, por los evangelios, por el rosario, por la Biblia, por la Semana santa, por la luz de las velas, por los libros mágicos, por las películas, por los mensajes, por las palabras de quienes creen en ti, por los versículos, por las cartas, por los manteles, por Emaús, por las canciones y por tus abrazos en los días de silencio.

Gracias por hacerme ocupar mi mente tratando de ser un mejor ser humano, por quitarme el miedo, por enseñarme a poner mis dones al servicio de los demás, por los niños que escogiste para mí y por lo que haz hecho con mi corazón hasta hoy.
Gracias por haberme permitido amar y por entrenarme cada día para aprender a amar mejor. A amar tu corazón. Intentaré escucharte cada día de mi vida, a no perderme, a enseñarle a los demás lo que me has mostrado, a dejarme llevar donde los hombres necesiten tus palabras y me prometeré no olvidar que debo amarte sobre todas las cosas.
Gracias Dios.
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