sábado, 19 de marzo de 2022

No es San José

Ojo, no es San José, es José.

Así le pusieron sus papás católicos, supongo que era porque creían mucho en la historia, en la Biblia y en Dios. Sus hermanos dicen que de santo no tiene mucho. Si su mamá estuviera en la tierra, diría lo contrario y tal vez defendería a su José como seguramente lo haría cualquier mamá con su hijo. Yo creo que las hadas madrinas sí existen y por eso los nombres parecen pinceladas de virtudes que se sellan con agua bendita. Realmente ese nombre se lo pusieron en una ceremonia religiosa para que tuviera el mismo nombre de un hombre maravilloso como su papá: "José". 

No es San José, pero ese hijo de Manuel José ha sido un orgullo para su familia. Trabajador, persistente, talentoso y un artesano con sus manos. Lo he visto ser justo y noble. Ser leal y coherente. Niega su edad, nunca la dice y es mejor no hablar de eso. Algunas personas se atreven a llamarlo viejo pero así como en la iconografía paleocristiana, dicen que es un hombre joven y que "de viejo" no tiene nada. Yo cada vez que lo veo digo que es como un niño y está lleno de vida. Lo he visto emigrar, trabajar luchar y contemplar el silencio. 

No es San José, pero sin proponérselo, ha asumido un rol de consejero lleno de esas acciones como las que describen Mateo o Lucas. Sus amigos y familia, inconscientemente recurren a él porque creen en su criterio. Le hacen preguntas y él siempre contesta con otras preguntas, es un buen escucha y entre todas sus reflexiones ayuda a que otros tomen buenas decisiones. Esas que salen de la razón y el corazón. No impone y confía en que si sus palabras vienen cargadas de verbos sensatos, hace correctamente su labor de ser un buen José para sus amigos y su familia. Su don sin duda, es el don de la palabra.

No es San José, pero me gusta que se llame José. 

Ese José de mi universo y posiblemente de mi imaginación, es leal, honesto, humilde y sobre todo sencillo. Es un niño, es un hombre, es un buen ser humano, buen amigo, buena pareja y le hace bien a mi vida. No tengo amigos terrenales que se llamen Mateo, Lucas, Marcos o Juan. Pero seguramente si los tuviera, se burlarían de mi asociación metafórica de un ser humano lleno de defectos con un Santo que claramente no existe ni pretendo que exista en el mundo terrenal. Aún así, el man de arriba me escuchó cuando le dije que quería un José.

Aunque en esta tierra no existen "San Josés" como de los que hablan mis amigos espirituales Mateo, Marcos, Juan o Lucas, todas las mujeres queremos creer que sí pueden existir y que tenerlos cerquita nos hace mejores personas. Hoy nos inventamos un día para agradecer por la existencia de esos hombres sencillos que saben dar abrazos, escuchar, reír y llorar. Esos buenos hombres por los que vale la pena escribir, viajar, cuidar, soñar y amar.

Feliz día del hombre mi José, gracias por existir y hacerme sonreír.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario