Yo soy su perro. Me llamo Dalí. Julieta me puso ese nombre porque así se llama su pintor favorito. Duermo con ella en una cuna en la habitación porque tengo prohibido subirme a su cama. Cuando ella se despierta, yo levanto mis orejas, la saludo y la persigo hasta que me sirve la comida. Siempre que me ve comer, me dice que soy un perro juicioso y bien educado porque no hago reguero cuando como en mi plato. Antes de empezar, cierro los ojos, oro un poquito y empiezo a comer. A ella y a mí nos enloquecen las palomitas de maíz, las salchichas y el queso. Las pepitas para perro son aburridas, pero siempre me lo como todo y cuando termino, ella me da una galleta de premio.
Cuando llegué por primera vez a su casa, me oriné por todos lados, pero aprendí con la ayuda del periódico de Julieta. Me señaló con él y su pelo se esponjó como el de un león. Me da miedo verla así. Varias veces me dejó sin galletas por no haberle hecho caso.
Ella sabe pasearme. Ha leído libros sobre eso y ve videos de perros. Le gusta caminar conmigo y me habla todo el tiempo. A veces corremos juntos pero siempre quedo con mucha sed. No me deja acercarme a los perros más grandes que yo. Cuando me suelta la correa, me dan ganas de perseguir a las palomas y a los gatos. Pero Julieta me llama fuerte con mi nombre y hago como que la cosa no es conmigo. Me pongo a oler el pasto.
Me gustan los postes, los árboles y los caminos del parque con flores. Los niños me ven y quieren acariciar las partes de mi pelo blanco. Mi cola es pequeña y se mueve muy rápido. Me gusta levantarme despacio, pero cuando veo la pelota, no me importa lo que haya a mi lado. Una vez rompí una copa que Julieta había dejado en el suelo. A ella le gusta leer al frente de la chimenea, sentarse sobre los cojines, cubrirse las piernas con una cobija y tomar vino. A veces me acuesto a su lado para sentir su calor. Cuando tengo frío me prende el calentador y yo la acompaño mientras trabaja. Ella me consiente la cabeza y yo me quedo dormido.
Me gusta decirle por las mañanas cuando se arregla, que se ve bonita. Lo que más me gusta es su pelo alborotado. A ella también se le cae mucho el pelo, pero hay una señora que se encarga de recogerlo. Se llama Robotina. A mí esa señora no me gusta porque me anda persiguiendo por toda la casa. A veces se queda dormida y Julieta tiene que alzarla. Duerme en la sala y habla muy poco. Solamente avisa con un timbre cuando termina de barrer.
Hoy me llevaron al colegio y no le ladré a nadie. Julieta quiere que aprenda a leer y a escribir bien, pero yo me quiero quedar en la casa con ella, jugando con sus medias, mordiendo los palitos del parque y persiguiendo moscas.
Si yo tuviera un perro, lo amaría tanto como Julieta me ama a mí.
Ella me hace feliz y yo sé que mis bigotes la hacen feliz a ella. Te amo Julieta.
Queremos un Dalí
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