domingo, 2 de agosto de 2020

Poison Ivy

No perderse la movida de un catre, era mi lema para todo tipo de ruptura conocida comúnmente como "tusa". Esa actividad implicaba asistir a fiestas de casa, reuniones familiares, matrimonios de desconocidos, fiestas electrónicas, bares, paseos, eventos deportivos, conciertos, cumpleaños y todo tipo de invitaciones que se me cruzaran por el camino.

Realicé durante 4 meses todas esas actividades y nada que lo conseguía. Mi salida de caza furtiva parecía ir al fracaso. Ninguna de las personas que conocía lograba hacerme mantener interesada. Solamente eran sapos y yo sin labial.

Pero una noche, un viernes, en un restaurante que ya no existe, llamado Palos de Moguer, por fin vi el destino cruzarse en cámara lenta cuando lo vi entrar. Mi mirada lo recorrió desde la puerta hasta la mesa a la que se dirigía sin prisa para saludar a sus amigos. Yo, tratando de identificar si era mi imaginación o si realmente lo conocía, silencié mentalmente las voces de mis amigas en la mesa, apagué la música, desapareció el murmullo y lo identifiqué. ¡Si!, lo conocía, ¿de dónde?, no se, pero yo lo sabía. Volvió inmediatamente el ruido, la música e interrumpiendo la conversación les dije a mis amigas: "ese tipo, yo lo conozco, ¿estudió con nosotras?". Efectivamente, hacía 15 años que no lo veía. Mis amigas afirmaban que mi delirio por encontrar pareja, me hacía ver personas conocidas.

Pero yo lo presentía, yo sabía que el de arriba estaba de mi lado y me propuse atraparlo con una mirada. Mi pelo crespo se alborotó como el de Poison Ivy y mis ojos salieron como lanzas disparadas. Mi boca se desplegaba con una sutil sonrisa que nunca me falla cuando estoy de caza. Mis feromonas viajaron por entre las sillas, las mesas y la gente del lugar, hasta llegar a él, para hacerle girar su cabeza lentamente hacia mi irresistible mirada matadora.

Y ahí, en ese instante, su mirada por fin se cruzó con la mía. Mis lanzas lo habían atrapado, el tiempo se detuvo y pude ver el color marrón de sus ojos. Ya no solamente dejé de escuchar nuevamente a mis amigas, sino que la música, el murmullo y la gente había desaparecido. Sin pronunciar una sola palabra, él con su mirada estaba hablando conmigo.... 

Me saludaste con tu mirada, pero yo olvidé tu boca, tu cara, tu pelo y tu cuerpo... Era esa mirada la que había estado buscando por tantos años. Una mirada de un alma auténtica pero desconocida, esas que no tiene morbo pero tampoco inocencia, era con adultez pero con el recuerdo de habernos conocido desde nuestra adolescencia. Yo intenté tomar el control de la fuerza de mi mirada, tratando de quitarte la ropa, pero me detuvieron las sonrisas, las carcajadas, los lugares de los viajes que aún no habían llegado, los futuros recuerdos jugando bajo la lluvia, los abrazos frente a la chimenea, los trasteos y tú recogiéndome en la puerta de mi casa. Intenté nuevamente respirar, enredarte con mi pelo, pero ahora eran nuestras manos las que en mi imaginación se entrelazaban. Levantaste el velo, me diste un beso, me alzaste entrando por la puerta de nuestra casa, me besaste el vientre y mi escena terminó con tu mirada ya no sobre mis ojos, sino sobre nuestros hijos en una increíble casa. 

Pensé que eso había sido una cámara lenta, pero cuando vuelvo a ese recuerdo, ahora detengo por completo mis pensamientos y desde aquí me alejo y ahora me veo. Ahora te veo lanzándome tu mirada. Intento comprender lo que de pronto tú veías desde el otro lado de la mesa. Tal vez viste una salida, un refugio, una sonrisa. Se que te alborotó mi pelo, mi boca roja y mis párpados caídos, pero activaste tu bloqueo de defensa. Supongo que el de tu corazón que desde hacía muchos años estaba sellado. El futuro aún no estaba en tu mirada. No. Viste el pasado, viste a la niña, la que jugaba en tu colegio. Te devolviste en el tiempo y antes de poder saltar el futuro, solamente viste el presente. Estabas en el presente, con miedo del futuro, pero estoy segura que te encantó ese presente.

Intento volver a la realidad, al recuerdo de ese instante, para desactivar la pausa de esa mirada y no dejar sin final la historia, pero sé lo que pasará cuando lo haga: el tiempo habrá pasado tan rápido que no podré describir lo que ocurrió con ese fabuloso duelo, no podré desbaratar los segundos cuando sonreíste y caminaste hacia mi, no podré transcribir nuestra conversación, ni las llamadas, ni los besos, ni la noche, ni el día de 36 horas, ni los 10 años a tu lado... no podré.

Finalmente debo presionar el botón y efectivamente se me escapa con un suspiro el instante de nuestro primer cruce de miradas. Se volvió tan rápido ese duelo que fue un imán instantáneo de sueños encontrados. Es un recuerdo disparado una y otra vez, que me corta y me deja un destello de fantasmas. Quisiera amarrar esos segundos pero las lágrimas me detienen la cabeza. 

Solamente puedo cerrar los ojos y dejarlos que se hidraten por un buen tiempo con varios baldados de agua fría. Habrá que esperar cuando pueda salir nuevamente y asistir a fiestas de casa, reuniones familiares, matrimonios de desconocidos, fiestas electrónicas, bares, paseos, eventos deportivos, conciertos, cumpleaños y todo tipo de invitaciones que se me crucen en el camino, pero seguramente iré con labial y en modo "Poison Ivy" a esa, mi próxima salida de caza.






Consigna: "Describir un cruce de miradas"

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