sábado, 5 de junio de 2021

El desfibrilador

Ese día decidió no ir en la mañana a su trabajo debido a la cita médica con el nutricionista programada para las 11:30 de la mañana. Aprovechó el tiempo para dormir un poco más y desayunar con calma. Apenas un café con una tostada y ya estaba. Su apetito había disminuido notablemente, sospechaba que se debía a su corazón roto y que era normal no tener alientos para prepararse algo de comer. Aún así, sabía que luego de ir a su cita médica, el nutricionista le daría alguna dieta para subir de peso, mejorar su alimentación o programarle algún examen médico que le dictaminara la causa de sus constantes cambios de apetito y sus dolores abdominales.

Durante los últimos días, había tenido varias citas con diferentes médicos que no comprendían sus distintos síntomas. Baja energía, días con muchas ganas de comer y otros días sin apetito; sueño constante, algunos días de estreñimiento, otros días de diarrea y a veces dolores de cabeza. Los síntomas aumentaban cuando sus padres la visitaban y ella incluso afirmaba que parecía coincidencia que siempre se afectara su estado de salud. Ese día, definitivamente debía llegar a tiempo a su cita, pues la preocupación de sentirse enferma por su última deposición con sangre, la tenían demasiado angustiada e inquieta.

Casi faltando veinte minutos para salir, llamaron a su puerta. Era el señor Ramírez, encargado de la seguridad del edificio le dijo a Sofía que el citófono no funcionaba y que había llegado el señor de la revisión del gas. Ella sorprendida le dijo que no había nadie programado para la visita y que debía salir a su cita médica. El señor Ramírez le indicó que habían enviado una carta días anteriores y que seguramente ella no la había recibido, que a pesar de su afán, era un tema de seguridad la visita y que no le tomaría más de 10 minutos. Fue así como Sofía le permitió la entrada y el técnico inició con la revisión.

Como un casafantasmas con su traje blanco, sus guantes de nitrilo, las llaves colgando en sus bolsillos y un medidor de gas propano que producía un sonido al compás del segundero de un reloj, el técnico se desplazaba por la cocina con su aparato detector de filtraciones. Le indicó a Sofia que cerrara la puerta de la cocina, que abriera la ducha de agua caliente y encendiera ambos fogones con recipientes de agua. Realizando las indicaciones del técnico, el pitido de pulsaciones parecían un monitor de ritmos cardiacos de un paciente en coma. Con un pulso constante de un paciente sano, su cocina se veía aparentemente estable, pero justo en el momento en el que el técnico acercó el medidor sobre el calentador de gas, se disparó el pitido como si fuera un ataque al corazón. Los ojos de Sofía se abrieron listos para recibir gotas y un silencio se confundió en la sala de cirugía, o mejor dicho en su cocina. El técnico le preguntó a ella que si últimamente no se había sentido enferma y ella con algo de gracia le preguntó: ¿"me está hablando en serio"? y él con la seriedad de un médico a punto de dar un parte médico del paciente le afirmó sin titubear: "señorita, usted se puede estar muriendo por intoxicación de gas propano, primero empieza con dolores de cabeza, luego con dolores internos y finalmente termina acabando con los órganos internos. Esto es una bomba de muerte silenciosa".

Con un suspiro largo casi con lágrimas,  Sofía descansó. Fue el primer choque desfibrilador sobre su corazón.  Entendió las razones de sus malestares, debilidades, falta de apetito y cómo la visita de sus padres le incrementaba todos los síntomas. Entre el cazafantasmas y el señor Ramírez, la salvaron de la muerte silenciosa que se metía como un ave de mal agüero por el aire de su casa. Información valiosa para su nutricionista, que casi la hace entrar en coma al recordar que era demasiado tarde y que posiblemente había perdido su cita.


*Consigna día 6 del Cuarto Mundial de Escritura asignado por Alejandra Bargo: escribir una historia en la que alguien se dirige con prisa a un lugar, pero algo imprevisto sucede en el camino y tiene que frenar y esperar contra su voluntad. Y en esa espera algo captura toda su atención. Se abre la posibilidad de un desvío y no sabemos si el protagonista va a llegar a destino o no.




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