La consecuencia es que un día despertó sola en una cama enorme, con una sola almohada, sin el momento favorito de a dos en la noche; en un silencio por las mañanas cuando abría los ojos, en un desayuno sin compañía, en eso que ella llama “un instante detenido”. Cualquier hora estaba bien para pensar en el almuerzo; el reloj ya no importaba, el menú tampoco. No importaba si la comida se había preparado con amor, si era del día anterior, si era una pizza de viernes, un domicilio de día agotador o simplemente, si no era. Podía ser a cualquier hora, lo importante era comer, no “qué comer”, ni a qué horas, sino comer.
Las tardes podían seguir siendo de cine, de visitas familiares, de libros, para dormir, de lluvia para armar rompecabezas, de soledad para dibujar o de día de no hacer nada, eran tardes sin consultar. Las noches podían seguir siendo sin sexo como en sus últimos dos años, sin celular ni dispositivos electrónicos, pero hora eran mejores sin el ruido de las redes sociales. Y como un secreto, al apagar la luz, siempre volvían las lágrimas, las preguntas y las miles de preguntas sin respuestas. Ella no lo podía entender, era difícil conciliar el sueño. Noche tras noche fue haciendo un oración que la mantuvo conectada e ilusionada con un nuevo futuro. Creyó en el destino.
La vista diaria con el espejo, no le exigió mantener el pelo en orden, cepillado, con ondas, con balacas o con caimanes. Ya no importó más el maquillaje, ni los polvos compactos, las cejas oscuras o las pestañas largas. Ahora empezaba a verse y sentirse bella. Cambió su clóset, se empolvaron los bolsos, se acabaron las chaquetas elegantes, ya no importaban los cinturones, ni los collares, ni los accesorios, ni las ruidosas pulseras. Ahora los tenis sobresalían como su outfit favorito.
El próximo viaje sería cuando ella quisiera, con el mismo miedo de comprar los pasajes pero con la seguridad de que al final siempre terminaría haciéndolo bien. Sin hoteles ni equipaje, ella sabía que ese nuevo camino, la llevaría a un increíble destino. Se acabaron las visitas con su familia adoptiva, eso dolió. Sí que dolió. Tuvo que enfrentarse al perdón y aceptarlo. Tuvo que llorar a gritos silenciosos los dolores de su propia familia. Intentó recoger las lágrimas de su padre, el silencio defraudado de su madre, las preguntas de sus sobrinos y las miradas mudas de sus hermanas. El último integrante de la familia ya no quería ser parte de ella. Había dejado el chat, ahora era impar. Otra vez ella le pidió perdón a Dios por la ira que sentía, por tanto dolor y aprendió con el tiempo y compasión a perdonar al último amor de su vida. Aceptó que no quisieran vivir con ella. Quedó con las cicatrices en la piel de su corazón.
Pero con el tiempo dejó de doler. Extrañó sus risa, los momentos de felicidad y hasta los de tristeza que los habían unido. Le deseó un feliz viaje en su nuevo camino y pidió por su vida. Imaginó la tediosa escena de la firma de papeles de divorcio y las preguntas que le harían los 300 amigos que tenían en común. Días después ella despertó con la decisión de no ponerle una etiqueta de sufrimiento a su realidad. De no verse como la exesposa triste, ardida y solitaria como lo veía en otras mujeres. No bajaría 10 kilos como lo hizo en su relación anterior. Ella decidió aceptar que las personas pueden rendirse en el camino y que podía querer a alguien desde lejos en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. Ese juramento ya estaba hecho y esas palabras eran sagradas. Ahora su juramento era no perderse en el otro que llegara. Era no dejar de amar a Dios sobre todas las cosas, sin importar las burlas. Estaba convencida que había algo en el universo que nunca le había exigido nada. Algo le susurraba al oído que viviera la vida plenamente con una sonrisa, la que ella tenía desde niña. Esa era ahora su nueva premisa. Reírse y sonreírle a la vida por sus nuevas y próximas almohadas. Las que sin duda algún día llegarían. Tenía Fe.
*Consigna día 12 del Cuarto Mundial de Escritura asignado por Eva Álvarez: Escribir desde la consecuencia de un acontecimiento muy importante que ya pasó y cómo se vive después.
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