Yace el año 1967 y Pateplomo Jaramillo lideraba el equipo de la banda de guerra, del Colegio Salesiano en el pueblo de Zapatoca. El entrenador Finito Chávez, lo había elegido porque decía que su caminado particular, le daba el estilo perfecto al guionero, en el desfile de la clausura anual del colegio. La organización de sus músicos debía ser "fina" y precisa. Por eso los integrantes llamaban a su entrenador, el Finito Chávez y a su asistente Milímetro Prada. Dos seminaristas con alma de militares cuchillas y exigentes, pero orgullosos de su exactitud armónica.
Al odiado por el rector del colegio lo llamaban Cotorra Rueda. Sus silencios imposibles durante las clases y los descansos escolares, eran el dolor de cabeza de los profesores. Su mejor amigo, Morfeo Rueda, debía ser exactamente su opuesto. Lo había elegido por permanecer en silencio mientras él hablaba, hasta el punto de llegar a quedarse dormido. Eran inseparables.
El equipo de baloncesto era otro de los orgullos del Colegio Salesiano. Su entrenador el Flaco Torrens, los mantenía como los campeones de la región. El Aguao Otero, se encargaba de la hidratación; Pedopicho de mandarlos a las regaderas luego de los partidos y el Ratón Granados de sacarlos de las clases académicas, para ir a los entrenamientos. El Toco Bermúdez era el capitán del equipo; algunos le decían el intocable, porque era el hijo del rector y nadie se metía con él. Cuando empezaban los campeonatos y viajaban a los pueblos cercanos, el Chulo Martínez se conseguía una novia distinta en cada partido. Silbido Barrios era quien le hacía cuarto cuando alguna de las novias preguntaba si aún seguía en las duchas. El palomero del equipo era Medallitas Santos. No fallaba ningún tiro. Entre él y Mafafa Suárez anotaban todos los puntos que aseguraban las victorias.
Cuando iniciaba la temporada de viajes, debían viajar en el mismo bus, la banda de guerra, el equipo de baloncesto y el de fútbol. Manoloca Serrano el corneta de órdenes de la banda, no soportaba encontrarse con uno de los entrenadores del equipo de fútbol: el Gancho Lozano. Todos le temían por sus brazos enormes y su manera de armar desorden en los partidos. La última vez que lo vieron pelear fue con Calabazo Ortega. Dos profesores que se fueron a golpes en la premiación de los inter colegiados, porque Apracur Vivas y El Cucarrón Márquez, uno de la banda de guerra y el otro del equipo de baloncesto respectivamente, recibirían el premio a los mejores deportistas y no el Negro Reyes, quien era la estrella del equipo de fútbol; no solamente por hacer las mejores jugadas con Molécula Ortega, sino por ser el consentido de Tetanegra Suárez. El árbitro del equipo.
Frijolito Díaz y Julio Blog siempre estuvieron en la banca, pero un día Mascachochas se encargó de hacer una bebida diurética para reemplazar a las estrellitas del equipo de baloncesto. Ese último campeonato no solamente se llevó por delante al equipo de baloncesto, sino al de fútbol y a la banda de guerra. Todos bebieron de la misma jarra de cerveza durante la inauguración de los juegos.
Al día siguiente El colegio Salesiano de Zapatoca, no pudo representar el orgullo de sus directivos seminaristas que eran sus estudiantes. Fue toda una temporada de dolores de estómago, aguas de apio, canela y cuidados en casa. La generación entre 1965 y 1967 fue recordada por la inolvidable y odiada gracia de las aguas pichas de Mascachochas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario