viernes, 27 de agosto de 2021

Morir para vivir

MUERTE:

Ella sabía que había muerto. Pálida, sentada, en posición fetal, el agua caía sobre su cabeza y su espalda. El día gris, el silencio ensordecía y el frío se metía por debajo de las puertas. Se levantó como un ánima en pena y cerró la llave. Secó sus pies, su cuerpo y su pelo. No había reflejo en el espejo, el vaho nublaba la posibilidad de mirarse. Las huellas se evaporaban camino al armario. Una blusa de seda, estampada y de flores. Un pantalón cualquiera. Unas botas. Un gabán y una pashmina. Accesorios ruidosos, perfume, maquillaje para cubrir sus ojeras, un bolso vistoso, las llaves del auto y el celular. Un auto por cambiar por uno nuevo, sus gafas oscuras y el viento entraba por el sunroof. 

Un largo día de trabajo, trancones, conversaciones telefónicas y otro día sin sol. Volvió a su casa y recordó su funeral. El tiempo se detuvo y ella estaba ahí parada con una mano en su cintura y con la otra cubriendo su boca. "¿Cómo he muerto?", se preguntaba. Fue así como se quitó sus botas, lanzó su gabán al sillón, arrancó sus joyas y segundo a segundo su ropa fue quedando por el suelo hasta llegar a la ducha. El agua desvanecía su rímel y parecían grietas sobre su cara. Surcos enormes de sangre que llegaban hasta su corazón. Empezó a sollozar, los decibeles de su llanto aumentaban, hasta que gritó tan fuerte que el agua se detuvo. Una hora dejando caer el agua, hasta el punto de no saber cómo llegó su cuerpo hasta su cama. Enterrado entre las almohadas, las sábanas y la profundidad de la espuma. Antes de cerrar sus ojos escuchó una voz que decía "descansa en paz, eso quieres, ¿verdad?". Fueron varias noches largas de velación, rosarios y palabras bonitas para la muerta. Del cadáver siempre se dice que es bueno.
-Se fue muriendo lentamente, pero en medio de todo, ella fue una buena mujer.


NACIMIENTO:

El siguiente día empezó con un llanto. Pero con una salida imprevista como si hubiera sido desde el vientre de su madre. No sabía que la estaban esperando con tanta emoción. La alegría de su mejor amigo y de muchos años atrás, era adrenalina pura. El primer contacto sobre su piel fue un abrazo. El llanto había sido de felicidad. Entró a una casa nueva como si sus padres la hubieran decorado para ella. Una cuna nueva. Música, baile, carcajadas, recuerdos y abrazos, muchos abrazos. Camisetas, jeans y tenis, incluso caminaba descalza. Sin maquillaje y despelucada como una niña. ¿Cómo no agradecer por ese renacer que había pedido a gritos el día de su muerte?. Dios lo había hecho nuevamente. La hizo ver la luz, cortó su cordón umbilical, el agua limpió su cuerpo, la crema suavizó su piel, estrenó una nueva muda, jugó como una niña en la playa, en el parque, entre escondites, arequipe y recortes de papel. Había vuelto a nacer, pero para eso, había tenido que morir.

Olvidar que podía ser amada como cuando había sido niña, la estaba matando por dentro. Ella misma se había asesinado. Se subió al tren de sus propias exigencias y había perdido la posibilidad de volver a vivir como una niña, una adolescente, una universitaria o una completa mujer. La única manera de poder volverse a sentir viva fue muriendo. Podía tener más de 40 años, pero su cuerpo ya no estaba atrapado. Era la niña y la adulta que siempre había querido ser.


*Consigna día 9 para el 5to Mundial de escritura. Escribir sobre los dos días más importantes de la misma persona:su nacimiento y su muerte.

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