viernes, 20 de agosto de 2021

Primero muerta que sencilla

A Rubén no le gustaba que le preguntaran su edad. Pero con algo de esfuerzo, decía que tenía 60 años y su cabeza redonda le ayudaba a ocultar su verdadera edad. Que era un poco más. Se rapaba cada filo negro o gris que se asomara a los lados de su frente con sus pulgares chatos y cuadrados. El baño era su lugar favorito de la casa y el espejo era su mejor amigo. Mantenía gavetas llenas de exfoliantes, cremas, aceites y lociones. Le gustaba lucir su barba perfectamente arreglada, tupida y las canas sutiles decía que eran parte de su sex-appeal. Pesaba más de 75 kilos, calzaba 43 y no medía más de 1,65m, pero ni la báscula, ni la sociedad le quitaban la seguridad de hombre atractivo y corpulento con forma de T con el que salía diariamente de su casa. 

Jamás se casó pero tuvo un hijo a los 20 años. Nicolás. La novia de su mejor amigo era lo suficientemente necia y él lo suficientemente mal amigo. Él nunca se hizo cargo de ese hijo, pero de vez en cuando lo llamaba. Salía con él solamente para que le dijeran que parecía su hermano menor. Andar en el auto clásico y deportivo de su hijo, atraía las miradas de mujeres de todas las edades. Su pasión por las competencias de autos clásicos, hacía que lo reconocieran como el Peter Pan de las carreras.

A veces ocultaba las canas de su barba con el tinte de su peluquero de confianza, Kerin. Él no solamente lo trataba como un rey, sino que le recomendaba cremas para el cuerpo, mascarillas de aloe, depilaciones para la nariz y las orejas, tips para mantener las pestañas encrespadas, fajas masculinas para el abdomen y para eliminar la papada. Por supuesto no podían faltar las secretas liposucciones, botox y ácido hialurónico de su cirujano plástico. Solamente su mejor amigo: el espejo, conocía su vida íntima como todo un personaje de un cuento de hadas.

Nunca tuvo que preocuparse por trabajar y ganar dinero, su madre la señora Adela, se encargaba de sus finanzas, gracias a los negocios que mantenía con su ex esposo quien era dueño de una firma de abogados. Los documentos y los negocios eran su especialidad.

Aunque quería aparentar verse como toda una dama, Adela diariamente lo visitaba para hacerle su desayuno favorito. Él podía devorarse entre 4 y 6 huevos con porciones de pan, tamal, chocolate, jugo y arepa. Ella le planchaba la ropa, le lustraba los zapatos, le lavaba los baños y hasta le pagaba los recibos de su casa. Le compraba su medicina, se encargaba del mercado, de los arreglos locativos, de sus deudas e incluso le cubría sus tarjetas de crédito. Sus otros dos hijos la criticaban porque más que una madre, parecía su empleada. Pero eso ni a él ni a ella les importaba. Eran felices y su madre sabía cada uno de los deseos de su hijo menor, sus problemas, entornos e incluso cada uno de sus secretos más íntimos. Se encargaba hasta de espantar las mujeres que se acercaran y no estuvieran a su altura. Realmente su preocupación, era que Rubén no metiera las patas otra vez y que la llamaran abuela. Envejecer era la palabra prohibida en esa familia.

Rubén se mantenía de fiesta en los clubes con sus amigos y sus fines de semana se volvían cada vez más solitarios y rodeados de gente extraña que despertaba en la sala de su casa. Sus hermanos no soportaban verlo en las reuniones familiares y criticaban su ropa de marca, sus zapatos sin medias, su anillo piscatorio, los botones de su camisa a punto de reventar, su actitud de hijo mantenido y las deudas que su madre asumía por su vida desgobernada. 

Al cumplir 70 años, la madre de Rubén falleció. Ese día, fue la última vez que sus hermanos supieron algo de él. Desapareció sin dejar rastro y solamente encontraron en el cuarto de su madre, un sin fin de documentos con bienes a nombre de su nieto Nicolás. Deudas, créditos, hipotecas e incluso demandas de los bancos por pagos de impuestos retrasados. En ese momento recordaron el lema de su madre, que llevaría a Nicolás a la clínica por un paro cardiaco luego de enterarse de la monumental deuda y herencia de su grandiosa abuela: "Envejecer y pobre, jamás. Primero muerta que sencilla".


*Consigna día 5 para el 5to Mundial de escritura. Escribir de manera exagerada y extrema.

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