No conocía Nueva York. Una de las ciudades de mayor influencia artística y cultural en el mundo. Luego de haberla visto, podría decir que sin duda ese viaje hizo un click profundo en mi universo como diseñadora gráfica.
Caminar por las calles entre galerías de arte, boutiques, salas de teatro, de cine, escuelas de música, tiendas de ropa, casas de moda y un sin fin de lugares comerciales llenos de magia, se convirtió en una de las mejores experiencias de mi vida.
Los taxis amarillos de ajedrez que delineaban las vías y la rapidez de los transeúntes en medio de las cebras y los postes saturados de adhesivos, eran toda una melodía de “The Weekend” de “luces cegadoras”. Las pantallas gigantes vigilando mis movimientos, hablándome con la perfección de su alta definición, hicieron de ese viaje algo inolvidable. Podía ver en cámara lenta mi cuerpo girar, mientras el sol iluminaba mi frente y el día se pasaba a más de 250 millas por hora.
Hombres de traje, mujeres atractivas, artistas de colores, adolescentes a carcajadas, miradas de jóvenes perdidos, habitantes de calle semidesnudos con cartones escritos a mano, indocumentados y personas de todas partes del mundo, dejaban un halo de textos en el aire, que me fascinaron. Yo quería escuchar sus conversaciones, saber hacia dónde iban, dónde compraban sus botas pantaneras escocesas, sus gabanes para el frío, sus guantes ajustados, sus gafas setenteras y sus estilos de personajes de vídeos musicales en medio de un día cotidiano en Nueva York.
El suelo no era suficiente. Mirar hacia lo alto mantenía mi cuello en un estado de estrés y al mismo tiempo de felicidad por querer capturar todas las imágenes retratadas durante años por mis amigos en redes sociales en medio del Times Square. Fue así como algo se detuvo y la vi. Era la nueva rueda de Chicago frente a mí, que rodó como una argolla de compromiso lentamente ante mis pies. Ahora el "slow motion" se triplicaba y era yo quien me subía a ella y empezaba a ver a mi altura las pantallas incandescentes moverse lentamente. Durante breves segundos, tenía un abismo de mundo creativo y en movimiento bajo mis hombros.
Hermosa, única e irrepetible vista panorámica que nunca olvidaré. Ahora era el suelo quien me dejaba escuchar a Bruno Mars, como un eco de Versace. Un instante de ansiedad y emociones. Un giro de 180 grados en mi mundo paralelo. Mi corazón parecía detenerse, mi piel se erizaba y mis ojos secos por el viento, se humedecieron con un parpadeo. Un sólo pestañeo que jamás olvidaré. Nueva York, la ciudad creativa que desde mi adolescencia, época universitaria, laboral y adultez, me atraía como un imán. Jamás entendí, por qué tardé tanto en conocerla. Como la mayoría de las cosas más maravillosas de mi vida, me hacen creer que llegan tarde pero no. Llegan justo a tiempo.
No quiero olvidarla, quiero volver, sentirla, cansarme de su caos, repetir las escaleras externas de los edificios, respirar el humo de los extractores del suelo, escuchar los timbres de las bicicletas, sentir el olor del pan y el tintineo de los cafés. Quiero sentir nuevamente la libertad de su estatua, el vacío de las torres imaginadas, el dinero perdido de Wall Street, los sueños imposibles de los bailarines de Broadway y rascar el cielo del Empire State para quitarle el puesto a otro de mis lugares favoritos del mundo: Ámsterdam. Era la ciudad líquida de piedras en mis bolsillos que me mantenía aterrizada, pero New York llegó sin avisar y con un pasaje en cohete que me llevó directo a las nubes. Parecía algo inalcanzable.
Gracias ciudad hermosa, jamás te olvidaré. No se cuándo volveré para que me lleves nuevamente a la luna, pero te prometo que jamás te olvidaré. Volveré a las nubes. Uno de mis lugares favoritos.
PD: Hoy 27 de agosto de 2021 aún no conozco NY.
*Consigna día 8 para el 5to Mundial de escritura. Elegir una noticia del día y escribir sobre ella. Elegí esta: "Nueva York estrena su nueva atracción: una rueda de Chicago en Times Square"
https://www.lafm.com.co/internacional/nueva-york-estrena-su-nueva-atraccion-una-rueda-de-chicago-en-times-square
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