
No son escritos de mi vida, son versiones escritas sobre la vida. Lilobp "La libertad de expresión lleva consigo cierta libertad para escuchar" Bob Marley
domingo, 26 de julio de 2020
Mi primera vez

miércoles, 15 de julio de 2020
La Administración
Mi sol, yo te había dicho que quería tomarme mi tiempo desempacando. No me acoses que ya estoy terminando. ¡¿Cómo así que ya viene la administradora?! ¿y entonces? ¡no he terminado!. Bueno yo dejo eso así. Después no te estés quejando. ¡¿Toca bajar por las escaleras?!
Apartamento 201:
Oye en serio, ¿por qué no te corres? ¿No ves que no cabemos?. Yo quiero ver quiénes llegaron ¡quítate en serio de la ventana!. Que oso que te vean con ese cepillo en la cabeza. Ay mujer que nos van a ver. Ven, pero en serio, yo se que no te importa, pero en serio, córrete que me estoy ahogando.
Llegaron los del penthouse y los de abajo, los del 102. Y se nota que son como ñoños. No hacen ruido. Deben ser sólo hombres. ¿Y cómo los dejaron trastearse tan fácil y tan rápido?. ¡Qué va!, eso seguro tienen preferencia con el dueño del edificio. Alguien les dio el apartamento más grande. Debió ser la administradora. Yo la vi haciéndome jetas cuando me vio subir las escaleras con esos paquetes porque se dañó el ascensor. Que fastidio. Me falta el aire.
Te juro que si me toca salir otra vez y el ascensor sigue dañado, al que me encuentre, lo escupo.
Yo creo que en el 101 viven puras viejas. Yo vi una como emperifollada, acartonada, con esos colorines en los tacones. Que boleta. Esa otra se ve como decente. ¿Con 40 y en camiseta con este frío tan berraco?. Esa otra debe ser la gorda de la que hablaron los del 202, porque le vi que traía unos chocolates escondidos.
Apartamento 202:
Amor sigo con dolor de cabeza, y no es el rulo. No me quiero ni mover. No se te olvide cuando salgas, comprarme otra caja de Paracetamol de 500mg.
Oye, los del 201 están como discutiendo. Se escucha un murmullo desde hace rato.
Ahh pues ¡claro! es que llegaron los de abajo. No se si son los del 102.
No. Son las viejas. Pues las del 101. A esos manes se les van a alborotar las hormonas. Porque se nota que andan en verano desde hace rato. Yo no he visto que metan a ninguna vieja a ese apartamento.
Apartamento 101:
Marica, ¡hay un man de gafas y en calzoncillos en la ventana! jajaja. Se nota que la que está al lado, está celosa, jajaja. Debe ser la esposa. Pues con esa pinta tan rara.
Marica, ¿en serio llegó toda la ropa del trasteo?. No veo la ropa interior.
Marica, deje el estrés que estoy ordenando lo mejor que puedo. Por lo menos en este apartamento se ve que hay más espacio que en el de arriba. Cómo, qué ¿"en cuál"?, ¡pues en el 202!.
Marica ya, cierre la puerta que de pronto se nos meten esos manes de al lado. Han venido dos veces a preguntar pendejadas.
Apartamento 102:
Uy hermano, ¿ya vio esa mamasita de al lado? ¿la del 101?. Se ve una delicia. Nooo, la de los tacones no, la otra. Pero pues si usted no se saca esa obsesión con la del 201, es como difícil que pueda ver bonita a cualquiera. No se para qué nos vinimos detrás de esa vieja.
Sí, ya sé que usted cree que aún "hay algo" que porque "usa el perfume" que usted le regaló, pero donde el cucho, gafufo y amargado del esposo se de cuenta, lo acaba, hermano. Usted está chiflado.
Ya vengo, voy a preguntarles otra vez a estas viejas de al lado a ver si necesitan algo.
¡Uy no, parce, espere, agáchese que viene la vieja Gloria¡. ¡Pues la administradora! esa que nos mira como papa en tenedor.
Administración:
Buenos días, ¿buenas?, buenas señoritas, cómo les va. Les quiero recomendar que por favor mantengan las puertas cerradas porque los VECINOS SON MUY SAPOS. Yo creo incluso, que los de al lado son gays.
Por otro lado les recomiendo mantengan cerradas las cortinas porque LA SEÑORA DEL 201 TIENE COMO MAL DE OJO.
Finalmente, si necesitan algo, pueden hablar con los del 202 que son muy amables y calmados. Eso sí les recomiendo que no hagan ni fiestas ni ruidos porque la señora sufre de dolores frecuentes de cabeza.
Y por acá les dejo el reglamento del edificio, respecto al uso de los espacios comunes, establecido por La Administración.
Gracias. Buen día.
Mi sol, este edificio está como raro. Yo creo que mejor nos quedamos máximo 15 días y buscamos un lugar más calmado. Yo vuelvo y empaco y miramos a dónde nos vamos.
martes, 14 de julio de 2020
Me perdimos
domingo, 12 de julio de 2020
El Bosque de Arashiyama
En el Bosque de Arashiyama vivía un hombre de pelo azul que cuidaba de los árboles. Todos los días se levantaba, se servía una taza de té y salía a revisar su bosque.
Tenía doce árboles sembrados en forma de círculo y alrededor de su casa. Cada uno de ellos, tenía maravillosas características y los llamó con curiosos nombres y en orden: Estrella, por sus flores rojas, Fresno, por su sabor dulce, Murales, por sus flores naranjas, Alfalfa, porque producía flores silvestres, Matacabra, por sus flores moradas, Jade, por la características de sus flores exóticas, Jarilla, por sus flores de color amarillo, Agapanto, por sus flores azules, Sauco por sus flores blancas, Ombú por su particularidad de dar sombra, Nenúfares, por sus flores tropicales y Dátil, por su tronco rústico y resistente.
Le gustaba colgarles en las ramas, hilos de color verde para atraer a las mariposas. Los amarraba con mucho cuidado y paciencia y estas se balanceaban en armonía con el viento. A lo lejos parecía un arco iris y algunos decían que era el pacto de los dioses con el hombre por cuidar el bosque.
Un día, el hombre tuvo un sueño. Los dioses le decían: "cuando abras las puertas de tus árboles, tus mariposas colgantes brillarán con el sol y todos conocerán tu bosque, nuestro bosque". Al despertar, se fue emocionado al bosque nuevamente y empezó a construir en cada uno de los árboles, diminutas casas. Pasaron los días, las noches, la lluvia y el sol haciendo su labor de cuidar el Bosque de Arashiyama.
Se dice que un día cayó la lluvia. Era tan fuerte que el granizo rompió su casa, golpeó su cuerpo, sus manos, sus pies y hasta su cara. El hombre cerró los ojos, levantó su mirada y le pidió a los dioses que protegiera sus árboles en vez de proteger su casa.
No se sabe si los meses del año, nacieron de los nombres de los árboles.
No se sabe si alguien dibujó en una carta del Tarot la representación de su historia.
No se sabe si los 12 apóstoles se reunían en ese bosque.
No se sabe si la historia fue un sueño, pero se dice que a veces se le ve al hombre, permanecer en las cuerdas colgantes, balanceándose con el sonido del viento y sintiendo el aleteo de las mariposas en su pelo azul y en su cara.
Pero lo que sí se sabe, es que gracias al trabajo, el esfuerzo y el cuidado de aquel hombre por el bosque, los dioses sembraron muchos más árboles por todas las comarcas. Tantos que hasta en las lecturas de cartas, los que no creen en dioses se atribuyen la historia del cuidador de árboles del Bosque de Arashiyama.
Mr. Burns
Ritual sábados 8:30 am:
Maleta al suelo, botella de agua en el piso, coleta rápida de pelo, estiramiento, 20 vueltas a la cancha, 20 flexiones de pecho, 20 sentadillas y descanso. Hidratación, parejas, 10 carretillas, 20 squats, 10 planks, 20 jumping jacks con push-ups y 500 abdominales. Y para el cierre: subida de 7 pisos cargando a alguien "a tuta". Estiramiento y entrenamiento de coreografía. Grupo deportivo de aeróbicos de alto rendimiento, léase bien: alto rendimiento.
Ritual viernes 6:00 pm:
Ropa al suelo, 10 minutos de ducha, ropa interior, 10 minutos eligiendo blusa de fiesta, 10 minutos eligiendo pantalón, 20 minutos de secador, cambio nuevamente de blusa, 30 minutos de maquillaje, 10 minutos eligiendo zapatos y cambio nuevamente de pantalón. Taxi. Rumba electrónica. Baile de 4 horas y cero alcohol.
Dos rutinas increíblemente sincronizadas a mis 21 años en la universidad. Objetivo: mantenerme saludable, divertirme y disfrutar de mi pasión por el deporte.
El ritual del sábado era inamovible, indispensable y era la que me mantenía con actitud durante la semana entera. Siempre la acompañaba con pesas, aeróbicos dos veces por semana y una alimentación libre de grasas, salsas y gaseosas.
Esos dos rituales, uno todos los sábados y el otro cada 20 días, se complementaban con las clases de dibujo a mano alzada, animación, diagramación, historia del arte, tipografía, ilustración y unas electivas que llamábamos: caldo de ojo, pasteo vespertino, corazones rotos y anti ñoñas. Así tuviéramos entregas al final de cada semestre, esas dos rutinas eran sagradas, pues mis amigas y yo, nos sentíamos todas unas divas. Jóvenes, pilas, excelentes diseñadoras, saludables, responsables y sexis en todo nuestro esplendor universitario.
Grado, vacaciones, pero las rutinas, firmes y constantes.
"Ahí viene el calvo". Este personaje, era un señor medio calvo, alto, delgado, con el pelo chuto y medio blanco. Siempre usaba traje gris de corbata, camisa blanca y unos zapatos de suela delgada. Sus dedos largos, su tono de voz aguda y su caminado femenino, interrumpía siempre nuestros entrenamientos. Su nariz y rostro era la representación humana exacta del señor Charles Montgomery Burns.
Sus noticias y comentarios lo acompañaban con alguna queja haciendo cambios rutinarios. Todo porque quería que el grupo de mujeres, en vez de reflejar coreografías de alta competencia, se viera como un grupito de niñas bailando y aplaudiendo como porristas. Mm no mi querido Mr. Burns, NO y NO. Yo no entreno con tanto esfuerzo, para terminar haciendo bailes y pirámides fuera de época.
Su constante presencia empezó a volverse como un tercero y desesperante ritual. Hasta que un día, un sábado cualquiera y luego de dos años posteriores al grado, Mr. Burns, empleado de planta, director del departamento de deportes y jefe de nuestras entrenadoras, inventó una norma para dañarnos el día y quitarnos la sonrisa: "No se permiten egresadas en el equipo deportivo de aeróbicos de la Universidad Jorge Tadeo Lozano".
"Smithers, suelte a los sabuesos."
¡¿A este señor que le pasa?! ¡¿Cómo nos hace esto?!. Nos obligó a salir corriendo. A cambiar el sitio de entrenamiento. Nos quitó la entrenadora los días sábados. Nos sacó de las presentaciones a las más antiguas y mejor formadas. Nos cambió los horarios y a las egresadas que trabajábamos, nos afectó el cumplimento en el trabajo. Intentamos entrenar por muchos años en otros espacios, pero cuando perteneces a un grupo y este deja de existir, es muy difícil mantener la constancia, la motivación y la intensidad de los entrenamientos.
Hubiera querido tener un botón que abriera el suelo y se lo hubiera tragado. Pero no, por culpa de Mr Burns, mi ritual del sábado había cambiado: guayabo, sueño, caldo de costilla, sueño, película, sueño y ganas de gaseosa con papas fritas y hamburguesa. Mi planta de energía nuclear había explotado. Perdí el ritmo. Hoy cuando intento hacer Dancehall, Shuffle, Coreo o un simple Hip Hop, mi óxido me recuerda a ese calvo desgraciado.
viernes, 10 de julio de 2020
Cuatro razones
jueves, 9 de julio de 2020
Carta de la incoherencia del desamor, con amor
Bogotá 9 de julio 2020,
Niño bonito
Le prometí a Dios amarte hasta el día que me muera y así lo haré.
Amarte contigo a mi lado fue muy fácil, amarte sin ti, parecía increíblemente imposible, pero creo que lo entendí. Pude hacerlo y puedo seguir haciéndolo. No romperé mi juramento a Dios, porque a él, es a quien debo amar por encima de todas las cosas.
No sé cómo podrás leerme sin pensar que escribo con dolor. Pero te lo aseguro, lo dejo escrito, te lo reitero y te lo juro con el corazón: no es dolor, es desamor.
Decir que para llegar al desamor no tuve dolor, sería una completa mentira. Pero un día llegó, como en cámara lenta, se sentó al lado de mi cama y como si viniera de un desierto sin comida ni agua, con crueldad y frialdad habló con mi corazón.
Algunos dirían que el desamor es cruel, que viene con rabia y con rencor, pero no es así, él no tiene raíces, no se aferra, no te talla, no te hiere, no se queda pegado como una sanguijuela y te produce dolor. El desamor es producto del frío y las soledades de las noches, como la princesa de los guisantes, esa a la que no se le permitió sentir tus piernas en el momento favorito del día. Mi momento favorito del día. El desamor es verte cerrar la puerta frente a mí durante tantos días, cuando Dios nos dio la oportunidad de humedecer ese desierto, nos obligó al no poder salir al mundo, teniendo que enfrentar nuestros dolores, nuestras propias miserias, solos tú y yo. Y aún así, no sentí tu amor por nosotros, no parecías tú, había otro sabor en el aire. Se esfumó.
El desamor no viene de atrás, porque hace 10 años decidí amarte así como venías, sin manual, sin advertencias y con las canas que nos diera la vida. No viene de las lágrimas, las discusiones, las ausencias ni las comunes fallas de todos los matrimonios. Viene del nivel al que llegó mi tanque de amor, después de tu partida. Uno que no sabía que se estaba vaciando porque mientras ocupaba mi mente en buscar culpables, olvidé que solamente de Dios podía llenarlo. Lo curioso es que lo ví, contigo físicamente a mi lado, aunque ya no quisieras estar ahí, pero mi razón me hizo entender que por lo menos lo había intentado. No se si todo, pero tuve la tranquilidad de haber hecho lo correcto, realmente lo había intentado.
Extraño tus abrazos? si, pero ya no están. Extraño tu risa? si, pero ya no la escucho. Extraño tu mano acariciando mi pelo en las noches luego de días largos de trabajo? si, pero mi mente lo está olvidando. Extraño tus pasiones? si, pero el mundo exterior se las ha llevado y ya llegarán unas nuevas. Extraño pensar que tendremos hijos? si, pero mi Fe me los dará y a la manera que quiera. Cuando levantas la mirada y te das cuenta que ya no están ninguno de esos anhelos, y todo porque simplemente decidiste no amarme más, ahí, en ese justo instante, aparece el desamor.
No sé cómo decírtelo de manera amorosa, pero quiero intentarlo niño bonito: tú no estabas solo, tenías a Dios y él estaba conmigo, estaba con nosotros. Pero te dejaste nublar por las palabras de quienes no creen en el matrimonio, de los que realmente no te conocen, no me conocen, no nos conocen. Pensaban en ellos, no en ti. Si esas voces vinieran de Dios, él habría estado en sus palabras y el desamor no habría llegado. No puedo decir que buscaste a Dios para repararnos, lo buscaste para salvarte sin mi, y ahí, sin importar que yo cayera, te fuiste, con flores naranjas, con una voz suave y sin el último beso de despedida. No lloré por mis manos rotas, por mi pelo alborotado, ni porque mi corazón se partiera en mil pedazos. Simplemente un día, sentada en tu sillón favorito, entendí que lo único que necesitaba era un abrazo y tú ya no estabas ahí para dármelo.
El ventarrón del desamor hizo su labor.
Amar es una decisión y juré hacerlo por toda la vida, pero ahora hay tanto amor en mi corazón que puedo guardarte sin dolor, puedo recordarte sin tristeza, puedo llevarte con mi vida porque eres parte de mi historia, puedo hablar de ti sin vacío, puedo ver tus fotos y sonreír con melancolía pero sin desilusión, fracaso o equivocación por haberte escogido como el hombre de mi vida. Siempre lo serás, a partir de hoy, abro mi puerta para que llegue el hombre que Dios decida para mi. Si eres tú, recuerda que el contacto físico es mi lenguaje del amor y que Dios tiene la fórmula para llenarlo. Quiero su grandeza en mi camino y en mi corazón.
Perdóname si mis pensamientos se convierten en afirmaciones o señalamientos justicieros. No pretendo liberarme o reafirmar la decisión que has tomado. Simplemente es una explicación de la aparente incoherencia del concepto del desamor, descrito con amor.
Que Dios te bendiga.
Amándote por siempre,
La flacucha.
*Escrito para el II Mundial de Escritura / Consigna día 9: Carta de desamor con amor luego de la ruptura de un matrimonio.
miércoles, 8 de julio de 2020
Cortina, tic tac.
La media azul
lunes, 6 de julio de 2020
La amiga del baño
domingo, 5 de julio de 2020
Doxing cibernético
"$550.000 pesos colombianos por hora, fotografías, documento de diagnóstico, reporte detallado y evidencias del perfil descriptivo del investigado, 100% confidencial", esos son exactamente 166 caracteres, incluyendo espacios; el número máximo de caracteres que me permitió la publicación de una pauta en Facebook. ¿Y qué carajos hago con esto? ¿Servirá de algo? ¿Dónde se metieron los clientes con plata?
Supongo que como están encerrados en casa, los infieles ya no pueden salir a comer, no hay cafés, viajes de trabajo, los moteles y los rapiditos en los baños públicos. Se acabaron las flores, la compra de ropa interior barata, los regalos dobles y por supuesto las conversaciones obscenas.
Mi tiempo se ha triplicado. Lo que antes hacía en una semana, ahora me lleva como un mes. Cocino, hago oficio y hasta lavo los baños porque Luisa, la empleada, ya no viene. Prefiero no ensuciar ropa para no tener que lavarla. La plancha es una completa desconocida y el baño cada 20 días hace un halo de moho verde que mejor lo limpie Luisa. Ojalá cuando ella vuelva o se acabe la cuarentena, logre desinfectarlo y de paso ablandar esos cartones arrugados de ropa.
Con la barba casi con piojos, el mismo vaso de café pegado en lo profundo de la taza, las babuchas que ya perdieron la suela y el saco de motas que abriga como los dioses, me siento 12 horas al día, para intentar encontrar lo que antes lograba con el soborno del guardia del edificio, la secretaria coqueta, las empleadas del servicio y los vecinos o compañeros de trabajo chismosos que me solucionaban la vida.
Tuve que cambiar la red de Internet porque la conexión no me da para implementar conexiones remotas. Me tocó actualizar los equipos con nuevos procesadores de 18 núcleos, cambiar las pantallas por retinas de 5K y aumentar las velocidades Turbo Boost de hasta 5,0 GHz. Todo porque ahora no se puede seguir a nadie a pie y la absurda pandemia me obligó a utilizar la técnica del doxing cibernético como parte de mi estrategia investigativa. Ya no me registran ubicaciones las rutas de waze, se acabó Forsquare y obvimane Swarm. Ya no hay registros táctiles en los cajeros automáticos, ni tampoco de los carnets digitales de las oficinas. Se acabó el registro de Grin, Lime, Cosmic o Go. Ya ni Cabify o Uber utilizan.
Me duele el bendito hombro derecho por estar sentado todo el día. Tengo jodido mi pulgar con una tendinitis de De Quervain por navegar entre los likes, las visualizaciones, los tiempos en línea, las últimas conexiones, las publicaciones de estados y las fotos de Instagram, Facebook, Twitter, WhatsApp y LinKedin. Los dos chulos, la hora de reproducción de los audios, la foto que se elimina al visualizarla y el "no disponible" me van a enloquecer. Mi celular está tan lleno de tanta basura que tengo que empezar ya mismo a desocuparlo.
¿En qué momento creer que el haber encontrado los papelitos de amor de la novia que me engañaba a los 18 años con el caremuñeco ese, me hacía tener un talento para esto? Es por culpa de mi jodido y roto corazón con mis ex novias. Debí haber dejado de revisar el Facebook de ellas o los mensajes de Twitter de esos manes mantecos. Me debió importar un culo si chateaban por Facebook con tipos 10 años menor que ellas. O si se mandaban regalos por correo o incluso sin tarjeta. Me debí haber comido ese cuento de que el mensaje de audio era una historia de Instagram o que el "Te amo" no era para ella. No debí haber dudado de esas selfies en el espejo. Debí haberme hecho el loco con el mensaje a las 10 de la noche en el festivo. No debí haberle revisado el computador para encontrarle esa foto de ese huevón en calzoncillos baratos. Debí haberle creído que cuando salía a sacar la basura o a la tienda, no llamaba a ese proxeneta. Debí dejar de pensar que mi sexto sentido nunca falla. Debí haberme hecho el marica. Con eso no solamente no hubiera terminado con ella, sino que tendría otro trabajo que me diera más plata, y no me estaría esclavizando entre estas pantallas, seguramente no estaría solo, o hasta de pronto con alguien que no me hubiera jodido la vida cuando llegara esta berraca cuarentena.
Berraca vida, borré el teléfono de la señora del aseo!