domingo, 12 de julio de 2020

El Bosque de Arashiyama

En el Bosque de Arashiyama vivía un hombre de pelo azul que cuidaba de los árboles. Todos los días se levantaba, se servía una taza de té y salía a revisar su bosque.

 

Tenía doce árboles sembrados en forma de círculo y alrededor de su casa. Cada uno de ellos, tenía maravillosas características y los llamó con curiosos nombres y en orden: Estrella, por sus flores rojas, Fresno, por su sabor dulce, Murales, por sus flores naranjas, Alfalfa, porque producía flores silvestres, Matacabra, por sus flores moradas, Jade, por la características de sus flores exóticas, Jarilla, por sus flores de color amarillo, Agapanto, por sus flores azules, Sauco por sus flores blancas, Ombú por su particularidad de dar sombra, Nenúfares, por sus flores tropicales y Dátil, por su tronco rústico y resistente.

 

Le gustaba colgarles en las ramas, hilos de color verde para atraer a las mariposas. Los amarraba con mucho cuidado y paciencia y estas se balanceaban en armonía con el viento. A lo lejos parecía un arco iris y algunos decían que era el pacto de los dioses con el hombre por cuidar el bosque.

 

Un día, el hombre tuvo un sueño. Los dioses le decían: "cuando abras las puertas de tus árboles, tus mariposas colgantes brillarán con el sol y todos conocerán tu bosque, nuestro bosque". Al despertar, se fue emocionado al bosque nuevamente y empezó a construir en cada uno de los árboles, diminutas casas. Pasaron los días, las noches, la lluvia y el sol haciendo su labor de cuidar el Bosque de Arashiyama. 

 

Se dice que un día cayó la lluvia. Era tan fuerte que el granizo rompió su casa, golpeó su cuerpo, sus manos, sus pies y hasta su cara. El hombre cerró los ojos, levantó su mirada y le pidió a los dioses que protegiera sus árboles en vez de proteger su casa. 


 Desde ese día se dice que los árboles crecieron el doble y ocultaron la casa del hombre con sus ramas. Que Estrella, Murales y Jarulla, hicieron una cerca cromática con sus flores rojas, naranjas y amarillas. Alfalfa y Jade hacían que el viento soplara. Fresno repartió su dulce polen para que las aves volaran encima de la casa. Matacabra y Agapanto recogían la lluvia azul para mantener el recuerdo del hombre que los cuidaba y Ombú y Nenúfares amarraban las cuerdas desde lo más alto de sus ramas para atraer a las mariposas.

 

No se sabe si los meses del año, nacieron de los nombres de los árboles. 

No se sabe si alguien dibujó en una carta del Tarot la representación de su historia.

No se sabe si los 12 apóstoles se reunían en ese bosque.

No se sabe si la historia fue un sueño, pero se dice que a veces se le ve al hombre, permanecer en las cuerdas colgantes, balanceándose con el sonido del viento y sintiendo el aleteo de las mariposas en su pelo azul y en su cara.

 

Pero lo que sí se sabe, es que gracias al trabajo, el esfuerzo y el cuidado de aquel hombre por el bosque, los dioses sembraron muchos más árboles por todas las comarcas. Tantos que hasta en las lecturas de cartas, los que no creen en dioses se atribuyen la historia del cuidador de árboles del Bosque de Arashiyama.




*Escrito para el II Mundial de Escritura / Consigna día 12: Elegir una carta del Tarot de Marsella y relacionarla con un sueño



No hay comentarios.:

Publicar un comentario